El pasado viernes se produjo el colapso de un balcón de los pisos superiores en un edificio de la comuna de Providencia. El incidente, afortunadamente no tuvo consecuencias fatales. Pero sus vecinos quedaron con una sensación de inseguridad y desprotección. Este hecho revive una pregunta inquietante para muchas personas: ¿Es mi hogar una estructura segura?
Para los expertos de Huella Estructural este debería ser un llamado de atención para que la comunidad, propietarios, arrendatarios se cuestionen sobre el mantenimiento de las estructuras que habitan más allá de lo cosmético. “Las estructuras no solo se construyen, también se mantienen. No se trata de seres biológicos que se autoreparan como el cuerpo humano. Además, el paso del tiempo deja marcas tanto en las terminaciones, revestimientos como también en la obra gruesa.” sostiene uno de los cofundadores de Huella Estructural, el arquitecto, Gonzalo Martínez de Urquidi.
Para los expertos de Huella Estructural este debería ser un llamado de atención para que la comunidad, propietarios, arrendatarios se cuestionen sobre el mantenimiento de las estructuras que habitan más allá de lo cosmético.
“Las estructuras no solo se construyen, también se mantienen. No se trata de seres biológicos que se autoreparan como el cuerpo humano. Además, el paso del tiempo deja marcas tanto en las terminaciones, revestimientos como también en la obra gruesa.” sostiene uno de los cofundadores de Huella Estructural, el arquitecto, Gonzalo Martínez de Urquidi.
Para el arquitecto y magíster en economía urbana, la mantención de la salud estructural de los edificios debería ser una constante. “Así como todos los años nos preocupamos de limpiar las canaletas o de la mantención de los ascensores, deberíamos preguntarnos ¿Cómo está la salud estructural del edificio donde vivo? ¿Cómo estará la del colegio de mis hijos? ¿Y mi oficina?
Tal como explica el ingeniero civil estructural y cofundador de Huella, Arturo Castillo, los edificios resisten fuerzas externas -como sismos, viento y cargas de uso- gracias al trabajo conjunto de sus partes. Así, al haber de una forma deterioro de alguna de ellas la distribución de fuerzas se ve alterada. Las causas más comunes son el deterioro natural debido al clima, al uso diario de los ocupantes y a las modificaciones estructurales. Si estos problemas no se resuelven, las experiencias de los usuarios pueden ser desagradables, se pueden crear entornos peligrosos e incluso incurrir en costos más elevados y repentinos que el costo usual de mantenimiento.
En este sentido, mientras los propietarios son responsables del mantenimiento de su vivienda, los administradores procuran la realización de mantenciones, inspecciones y certificaciones de las instalaciones y elementos que lo requieran, tales como la red eléctrica, de gas o los ascensores entre otras.
¿Cómo mantener la obra gruesa de un edificio?
Sin embargo, cuando se trata de los elementos estructurales de un edificio, ¿Cómo se verifica su correcto funcionamiento? A simple vista no es posible detectar cambios en su comportamiento que puedan atribuirse a un daño o una falla.
Según explica Castillo, por lo general, muros y losas están revestidos por elementos de terminaciones que no permiten detectar alguna falla a simple vista. Tradicionalmente se recurre a inspecciones oculares hechas por calculistas. “Pero al no haber una normativa que lo exija, estas se hacen sólo cuando hay algún daño evidente por sismo o por el colapso de alguna parte de la estructura, lo que a la larga dispara los costos de reparación” señala el profesional.
Para esto existen soluciones de monitoreo remoto como las que ofrece Huella Estructural que gracias al IoT pueden vigilar de forma permanente, mínimamente invasiva y casi en tiempo real, el verdadero estado de salud de las estructuras.
De acuerdo a lo que explican los expertos de la empresa, su servicio permite a los encargados del mantenimiento conocer cómo se comporta la estructura, para así ellos poder provisionar las mantenciones necesarias. Todo esto, considerando que el costo de reparar un edificio, una vez que se ha producido el daño es en promedio 7 veces mayor que tomar medidas preventivas antes de que ocurra.
